Apenas se acaba de estrenar en España y ya han
corrido ríos de tinta sobre esta película. Viniendo de la mano de Ridley Scott
y vendida como la precuela de Alien,
del mismo creador, Prometheus era la
película más esperada del verano. Sin embargo, ha decepcionado a la mayoría de
los espectadores.
Los que nos subimos al carro del
director en 1979 con “Alien, el octavo
pasajero” y lo seguimos en Blade
Runner, otra película de ciencia ficción de culto, no hemos podido evitar
las comparaciones.
En el 79’ estaban de moda las
películas intergalácticas, dos años antes se había estrenado La guerra de las galaxias y de la misma
época “2001 Odisea del espacio” o “Dune”,
y niños y jóvenes acudíamos a los cines esperando ver lo último en tecnología e
imaginación. No salíamos defraudados de aquellas películas que los actuales
jóvenes ya consideran antiguas, faltas de acci
ón
y aburridas. No me extraña, porque aquellas películas, aparte de intentar ser
un derroche de efectos especiales, sobre todo las de George Luckas, intentaban
hacerte pensar, transmitir algo, tenían mensaje.
Eso es lo que se echa en falta en las
películas actuales, sobre todo de ciencia ficción y Prometheus no se ha librado de ello.
La película empieza cuando una pareja
de arqueólogos descubre la similitud entre pinturas rupestres en cuevas de
diferentes continentes y en las que se repite la figura de un supuesto extraterrestre,
hombre alto y delgado y nada parecido a la representación que de sí mismo hacían
los hombres primitivos, el extraterrestre, digo, apunta con un dedo al cielo
señalando cinco esferas. Los
científicos, llevados por el entusiasmo de creer que aquellos seres pueden
desvelar la respuesta a la pregunta “¿de dónde venimos?” consiguen convencer a
un archimillonario anciano para que construya una nave capaz de llegar hasta
las esferas. Y hasta ahí cuento.
Tras ello se siguen escenas mil veces
vistas sobre la hibernación y deshibernación, un androide que cuida de los
humanos, para mí el mejor de todos pero que no deja de parecerme un guiño a 2001 Odisea del espacio; una Charlize
Theron que aún no se había bajado de su personaje de mala de Blancanieves; una
tripulación valiente y sacrificada al estilo Armageddon, una Noomi Rapace
cuyo personaje me recuerda al de Jodie Foster en Contact –científica creyente que busca respuestas más allá de Dios
aunque se siente culpable por ello-, y otros dos científicos sacados de cualquier serie Disney, payasos, irreverentes y para nada representantes de su profesión.
Decepcionante sin duda, se encarga de
que el espectador no se pregunte nada, pues a todo pretende dar respuesta casi
sin dar tiempo a plantearse la posibilidad de pensar en ello.
Lo mejor, las imágenes,
espectaculares, preciosas, de una gran calidad. Pero nada más, no le hace ni
sombra a Alien, lo cual no era deseable pero sí el que estuviera a su altura.
Deja claro también que hay, al menos,
segunda parte.
Señor Scott, ¿dónde está ese gran
director que ha sido?¿dónde se han metido los guionistas buenos en Hollywood?
.....................................................................................................................
Por cierto para los que se han quedado con ganas de pensar:
La película intenta mostrar las cuestiones que todo humano se hace como de dónde venimos o en afán por la inmortalidad. ¿Qué más preguntas nos hacemos los humanos?
El viejo empresario presenta al androide David como "lo más parecido a un hijo" y dice de él que no tiene alma. Si el alma es la capacidad para pensar, tomar decisiones, etc, está claro que a David no le falta. ¿Qué hechos lo demuestran?
Si el androide piensa, ¿puede también sentir? Recordemos sus gustos por el cine o la satisfacción que demuestra ante el embarazo de la doctora. ¿Es eso sentimiento?
¿Puede el fuego más que una bala?
.....................................................................................................................
Por cierto para los que se han quedado con ganas de pensar:
La película intenta mostrar las cuestiones que todo humano se hace como de dónde venimos o en afán por la inmortalidad. ¿Qué más preguntas nos hacemos los humanos?
El viejo empresario presenta al androide David como "lo más parecido a un hijo" y dice de él que no tiene alma. Si el alma es la capacidad para pensar, tomar decisiones, etc, está claro que a David no le falta. ¿Qué hechos lo demuestran?
Si el androide piensa, ¿puede también sentir? Recordemos sus gustos por el cine o la satisfacción que demuestra ante el embarazo de la doctora. ¿Es eso sentimiento?
¿Puede el fuego más que una bala?
No hay comentarios:
Publicar un comentario