Ríos de tinta virtual o de verdad corren ya desde que anoche saliera el humo blanco de la chimenea papal. "Habemus Papam" se anunció. Pues ¡hala, otro más!
Enseguida a preparar el currículo del susodicho, a buscar imágenes de archivo, a encontrar conocidos, amigos, defensores, detractores, biografía...
Es espectacular la cantidad de medios que se despliegan para cubrir una noticia de esta índole, la de horas de trabajo. Y tal vez muchos de ustedes dirán "y ¿para qué tanto?""Venga, Papa, venga Papa""¡Grrr!
Algunos incluso dirán que se le está dando demasiado bombo a la noticia para distraernos de otras cosas más importantes. "¡Claro, como son del PP!"
Yo hace años era del mismo pensar. ¡Qué lo que más me preocupa es mi país, oiga! Peo no, no es así.
No creo que a estas alturas no se hayan enterado de la globalización. Todos estamos en el mismo barco y a los que no se les ha dejado subir nadan tras él con la esperanza de que arriba se esté mejor que en el agua.
Cómo sea este Papa nos importa en cuanto que nos influyen su política, sus hechos y sus palabras. La iglesia católica lleva siglos llevando las riendas de Europa y algunos menos en América Latina. Es sin duda la más poderosa de todas. Así que cuando este señor estornude preparémonos para el catarro.
Unos quieren ver en la elección de este jesuita argentino un cierto aire de reformismo, de aproximación al pueblo, por el carácter misionero de la orden.
Otros dicen que en su país ya se mostró contrario al matrimonio homosexual y a la eutanasia. Pero, ¿qué quieren? Qué estamos hablando de la iglesia católica, es como si pidiéramos al alacrán que no pique a la rana. Apertura sería que dejara a discreción del consumidor católico el uso de preservativos, por ejemplo, pero no pidamos peras al olmo.
Además, ya se los dijo a sus compañeros cardenales: "tal vez Dios os perdone" por haberlo elegido, añado yo.
El tiempo lo dirá, que es el que lo pone todo en su sitio. Y si no, más de lo mismo pero con otra cara. Este por lo menos aún camina por sí y es algo menos viejo que su antecesor aunque menos que el Papa Juan Pablo II cuando fue elegido.
Qué no comprendemos tanta aclamación, tanto fervor. Bueno, bueno, y qué me dicen de las niñas que llevan días esperando al tal Justin y se atreven a decir que el chaval ilumina sus vidas; esa patada en el culo que tiene el padre que dice que no tiene importancia que pierdan cuatro días de colegio; esa madre madre que dice que si es el sueño de su hija 400 € bien lo valen ¡Jesús! ya que de religión hablamos.
Qué me dicen de las masas que mueven los equipos de fútbol, el fervor que lleva a muchos a hipotecarse para ir a ver a su equipo.
Y que poco, a mi parecer, convocan las manifestaciones para luchar contra los recortes, por defender los derechos. ¡País!
Así que hagan una reflexión, grande o pequeña, a su gusto, y verán como no es para tanto. Los medios nos seguirán bombardeando con la novedad hasta que deje de serla -novedad-. Nos seguiremos tragando la manipulación informativa, pero de nosotros depende el triaje.
Y que hoy mientras esperaba mi turno un hombre que también estaba por allí le ha comentado a la persona que tenía al lado: "que el nuevo Papa se llama Paco" "¿Paco?" le pregunta el otro. "Sí hombre, Francisco."
Pues eso, Paco.
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