Querida Rosa,
ante todo gracias por regalarnos
este libro, por compartir con nosotros, los lectores, un texto tan bello.
Los sentimientos de Marie, porque ya
es Marie y no Madame, se mezclan con los tuyos de manera exquisita de forma que
a veces se solapan y no sabemos donde acaba Marie y empieza Rosa.
¡Qué bonita manera de escribir!
Los sentimientos de la Nobel son
compartidos contigo que los haces además universales, porque creo que casi la
totalidad de los lectores han sentido algunos de los allí expuestos, la
alegría, el deseo, el desvelo, la amargura…
¡Pues claro que son universales! Por
eso caemos ante ellos pensando que el libro ha nacido para nosotros, que nos
guiñas el ojo a través de las páginas, aparte del recurso de escribir en
segunda persona.
Me viene a la memoria, a propósito,
un pasaje de un libro de Luc Ferry, El hombre-Dios, que al principio de sus
páginas cuenta la historia de krisha
Gotami[1], una joven mujer que perdió a su pequeño hijo
por enfermedad y que reclamando de dolor por su pérdida, Buda le aconsejó que fuera casa por casa pidiendo una semilla
de mostaza de allá donde nadie hubiera sufrido una dolorosa pérdida y luego se
las llevara. Te puedes imaginar que no pudo reunir ninguna, pero ese hecho le
ayudó a ver más allá de su dolor.
sin duda ese ejercicio catártico de
compartir sentimientos es algo positivo. Los escritores – yo sólo soy una
persona que escribe- tienen ese arma entre los dedos y se puede decir que
juegan con ventaja.
Sin ser partidaria para nada de los
grupos en los que la gente se presenta y cuenta su historia, sí lo estoy de
poder contar con tus amigos, tu familia, tu terapeuta si es preciso, a la hora
de purgar sentimientos. Pero si bien es una práctica recomendable y útil, no se
debe abusar de los demás. Por mucho que te escuchen y te apoyen hay caminos que
debes andar tu solo. Tú aludes a lo bien que se portaron los amigos en los
últimos días de Pablo.
Cuando algunos de mis amigos han
perdido a alguien querido siempre les digo lo mismo. Aparte del abrazo sincero
y de mostrarles cuánto lo siento, les digo algo en lo que creo firmemente, que
uno no supera la muerte de la persona querida sino que aprende a vivir con
ella.
La ridícula idea de no volver a
verte es un libro tan bello, tan recomendable que he recomendado a todo el
mundo ir corriendo a comprarlo, a leerlo con avidez, a recomendarlo, a
compartirlo.
Es un libro que no sólo hablas de
sentimientos, aunque son el hilo conductor, sino que además nos enseñas, nos
ilustras; nos muestras por una parte, una cara de Marie Curie que no conocemos
apenas aquellos que no hemos leído biografías sobre ella -por cierto que estoy
deseando leer a Eve, su hija, lástima que esté descatalogado-.
Por otra, nos traes datos de la
época en que vivió, de las personas con las que se codeó, y su época y la
nuestra se mezclan y nos demuestran que todo es igual y todo es diferente.
Querría decirte cómo me han gustado
también tus reflexiones finales, algunas presentes a lo largo del libro, como
aquello de que la vida parece pararse a partir de los 65 años, exceptuando casos
maravillosos.
Es algo que admiro mucho en personas
mayores, que sigan activas, que sigan ilusionadas llegando a acabar un viejo
proyecto una deuda con uno mismo…¡Disfrutar de la vejez!
Te dicen que has hablado poco de
Pablo, yo creo que este libro es un tributo a él, a los años compartidos, a los
recuerdos, a las vivencias. Ya no podrás este libro como algo distinto que un
bello y merecido tributo.
¡Felicidades Rosa!
Pd: lo que no logro entender es eso
de los hashtags, por qué y para qué están ahí, debe ser que no estoy al día en
estas cosas.
Un abrazo sincero,
Pilar.
[1]
Historia que a su vez es extraída del Libro tibetano de la vida y de la muerte
de Sogyal Rinponché.
Pues despues de esto tendré que leerlo Pilar!!
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