“Había una vez un lobito bueno al que maltrataban todos los corderos...” No sé si recordarán esta vieja canción de Paco Ibañez y de letra de José Agustín Goytisolo, Un mundo al revés. No sé si cuando lo escribió lo que le inspiró fue contar un cuento donde los personajes que normalmente hacen de malos, fueron los buenos y viceversa (cosa que por cierto me recuerda a Shrek). O tal vez es que comenzaba a vivir en un mundo al revés o se lo temía.
Nos pasamos el tiempo hablando de la pérdida de los valores y lamentándonos por ello pero ¿qué hacemos para solucionarlo? Es cierto que hay ciertos valores que deben cambiar con el tiempo porque las sociedades cambian y éstos se quedan obsoletos. Años atrás estaban mal vistas las madres solteras, no llegar virgen al matrimonio, ser homosexual... y el hecho de que se haya “avanzado” en cómo vemos ahora ciertos temas y los aceptamos es loable y propio de una sociedad avanzada.
Pero también, como muy bien dijo Sócrates, el gran padre de la ética, hay valores que no deben cambiar nunca. Hay valores eternos que por muy tolerantes que nos volvamos no deben entran en ese saco del todo vale. Me siento así, no sé ustedes, en algunos aspectos en este país. Me encuentro con que hay delincuentes extranjeros que vienen a hacer turismo delictivo porque la policía española tiene las manos atadas y la justicia los deja salir enseguida, todo ello siempre comparado con las leyes de sus países de origen. Tanto miedo le hemos tenido a las leyes restrictivas, a la mano dura, a la policía represiva, que hemos unas leyes blandas que han dejado a los ciudadanos de buenos valores totalmente desprotegidos. Los malos se pasean y se burlan en los tribunales de las víctimas, de los jueces. Los terroristas tienen la desfachatez de reclamar que les pidamos perdón por sus compañeros muertos por la causa, empresas gigantescas que dejan a sus empleados en la calle y qué le vamos hacer y pequeños empresarios que lo pierden todo al tener que cerrar y pasan a ser uno más de los trabajadores perjudicados.
Maestros que deben pedir permiso a los alumnos para dirigirse a ellos o perdón a los padres por haberlo castigado.
Políticos que deberían representar al pueblo pero sólo se representan a sí mismos y a sus propios intereses.
Personas que se dicen socialistas que actúan como auténticos derechistas.
Partidos que hablan de libertades y lo primero que hacen es prohibir.
El mundo al revés, todo patas arriba. Y saben, si ponerlo todo patas arriba sirve para hacer limpieza y colocarlo todo en su sitio (¿cuál será?) de una manera más ordenada y útil, pues lo pasaremos, como cuando tenemos que cambiar la ropa de una estación a otra, pero ¿quién nos garantiza que eso va a ser así?
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