No lo voy a negar, me siento triste. Tengo la sensación de estar en un país que se hunde literalmente en el barro. Es, como si no tuviera país, como si me hubiera quedado huerfana.
Hemos llegado a un
punto en que los políticos no son de confianza y por lo tanto no nos
representan. Aparecen por ahí algunas voces acusadoras queriendo
devolver la fe pero como que no acaba uno de fiarse mucho. Hasta
ahora se ha hecho buena la frase de “sólo hay dos clases de
políticos: los que están arriba robando y los que están esperando
a llegar para hacerlo”.
No creemos en la
justicia, aunque como diría Sócrates, la justicia no es la que
actúa mal, sino aquellos que la interpretan o la imparten
inadecuadamente. Dejemos pues a la justicia en paz y digamos que no
confiamos en el sistema judicial. Aunque se logre condenar a los
desfalcadores, el delito de desfalco es muy inferior en pena al de
robo, luego las leyes están mal formuladas, hay que cambiarlas para
hacer que aquellos que más daño hacen (en cantidad y/o calidad)
paguen más. Porque esa es otra. Nuestro sistema penitencario está
encarado a la reinserción y no al castigo (ilusos). ¿Todavía
seguimos pensando en que la reinserción es posible? Cuando a una
persona se la encarcela, por ejemplo por un delito de drogas, se
encuentra que en la cárcel hay también drogas, mafias que la
controlan, contacta con gente conocida o nueva que luego le promete
un trabajito de dinero fácil y cuando sale su realidad sigue siendo
la misma. Para conseguir la reinserción es necesaria la reconversión
de la persona y este es un proceso que debe contar con la aprobación
y deseo del individuo, con una formación adecuada y con un cambio de
entorno cuando salga.
No nos fiamos nadie,
ni de nuestros jefes, ni de nuestros compañeros, ni de nuestros
vecinos... porque el jefe un día te dice muy bien y al otro te tiene
que despedir para ahorrarse costes, los compañeros porque se juegan
su trabajo como tú y mejor que te echen a ti que a ellos y después
lo siento mucho pero si te he visto no me acuerdo (cómo me acuerdo
de Bretch, no me muevo hasta que no me toca a mí, el sentido de la
solidaridad en el dedo meñique del pie), los vecinos porque siempre
te están jodiendo con algo, aunque he de apuntar que yo por lo menos
tengo un par de vecinos muy buenos.
Los amigos son los
que se quedan contigo cuando no tienes nada que ofrecer. Tengo mucha
suerte porque tengo muy buenos amigos, pero ¿cuántos pueden decir
lo mismo?
El sistema educativo
está hecho una pena. Los alumnos cada vez peor preparados. La
explicación no está en que los profesores también están menos
preparados, no, hay profesores muy bien preparados y además con
vocación. En el fracaso se juntan muchas cosas como el hecho de que
los niños lleguen mal educados a los centros en sus costumbres
básicas (respeto por el adulto, por favor, gracias, permiso...), que
muchos padres no puedan estar con ellos lo que necesitan porque están
ocupados y dejen en manos de monitores de actividades extraescolares,
canguros, abuelos... un tiempo precioso que no vuelve atrás. Una
influencia hipernegativa de los medios audiovisuales y nuevas
tecnologías donde se les transmite un modelo de persona triunfadora
muy alejado de lo que debería ser, la masificación en las aulas, lo
que hace que no se puedan atender las necesidades educativas
correctamente. Pero no se preocupen, con los recortes nuestros hijos
estarán más hacinados, los maestros sobrecargados, las academias
desbordadas y eso si los padres tienen trabajo para pagarlas.
De la sanidad, no sé
si hablar, porque aunque en mi opinión es dónde se han cometido más
abusos, son miles los usuarios y los profesionales que sí hacen su
labor eficazmente y de manera responsable. Si ahora que la gente
tiene menos trabajo o gana menos, tiene que empezar a pagar por la
sanidad esto será un cataclismo ya que suelen ser los ancianos los
que más lo necesitan y viven de una pensión, o los enfermos
crónicos en cuyas familias siempre hay un padre o una madre que
dejan su trabajo para poder atender al enfermo. Además como decía
un periodista el otro día, el copago ya existe, yo pago un
porcentaje sobre el valor del medicamento y pago a través de mi
nómina un porcentaje a la seguridad social para tener esos
servicios. No es algo nuevo. Si además pago mis impuestos, ¿qué es
lo que no funciona? Pues que no todos lo hacen ni lo han hecho.
Estos días me he
estado fijando en los balcones de las casas. Al contrario que hace
dos años cuando el mundial de Sudáfrica, ya no había tantas
banderas españolas colgadas. Falta de afición. No creo. Más bien
mucho de desengaño, de descreencia, de desilusión. ¿Por la
selección? No, no es tanto por eso. Por el país. Y ahí duele.
Así que anoche,
acepte “circo” como animal de compañía, saqué las papas y la
cerveza, critiqué a del Bosque como buena española, dirigí el
partido, maldije a los portugueses, especialmente a Ronaldo, y cuando
ganamos lo puse en el facebook y en el twitter y acabé colgando la
bandera del balcón (además es la única ocasión en que se puede
colgar o decir ¡viva España! Porque si no hay partido y lo dices es
que eres facha). Me pase 3 horas sin pensar en la hipoteca, en el
trabajo, en el futuro de misa hijas, en las facturas...como intenta
vendernos el hipócrita anuncio de Coca-Cola, aunque hoy haya vuelto
a la realidad y siga andando apátrida y huérfana por la casa.
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