domingo, 17 de junio de 2012

LA FELICIDAD ES UNA ACTITUD


Hace años que le vengo dando vueltas al tema de la felicidad. Ha sido una constante en mi vida. Muchas veces me he sorprendido melancólica preguntándome ¿por qué no soy feliz? Al principio logré echarle la culpa a la sensación de soledad, debida seguramente a la falta de hermanos y de niños a mi alrededor. Pero de ello creo que saqué el beneficio de crearme un riquísimo mundo interior. Era capaz de pasar horas leyendo, luego escribiendo y eso me satisfacía enormemente.
En la adolescencia la infelicidad volvió al ataque pero también llegué a la conclusión de que era normal dado que estaba pasando por “el pavo” y no me aguantaba ni yo. Lloras por todo, te ríes por todo, te pones nerviosa, te llenas de inseguridades, tienes tus primeras ilusiones y desilusiones amorosas... ¿cómo te va a durar la felicidad mucho tiempo?
En mi juventud creo que fui bastante feliz, ya sabemos, la época universitaria, el conocer a los amigos que seguirán contigo ya toda tu vida, o esa suerte he tenido yo, más los que conservas de la infancia, las salidas nocturnas, los estudios, el sentirte sobre todo independiente. Porque sí, me sentía independiente a pesar de vivir en mi casa. En ella yo tenía mi propio espacio, mi habitación y el comedor que sólo usaba yo porque teníamos salita. Mi habitación era la parte íntima y el comedor era el sitio donde daba mis clases y me sacaba un dinerillo que me permitía no tener que pedir para mis gastos.
Los que me hicieron sombra fueron mis fracasos amorosos. Y es que me enamoraba mucho y muy en serio. Sí que tonteaba con algún chico de vez en cuando, cosa que satisfacía mi ego al sentirme gustada, pero si me decidía a salir con alguno, lo hacía de verdad. Por eso cuando mis relaciones se iban al traste después de dos años, o de año y medio... me quedaba tremendamente frustrada y dolida, como a todos supongo les ha pasado, y la ruptura siempre venía precedida del sentimiento de infelicidad.
Con el tiempo y la madurez que te da la vida he llegado a la conclusión, y me ha costado mucho debo ser algo zopenca, de que el estado de felicidad es muy frágil, son apenas momentos, por eso son tan preciados, a veces duran segundos, a veces horas, pero es imposible alargarlos más allá.
Para ser feliz tener otras personas con las que compartir es muy necesario y gratificante, pero lo que te hace ser feliz es tu disposición a serlo. No hay felicidad si te quedas esperando a que alguien te la proporcione, sobre todo porque ese alguien puede que no siempre esté contigo y, lo que es más importante, tampoco está siempre dispuesto a ser el payaso de circo que mantenga tu sonrisa en la cara. El otro, los otros, también necesitan sus momentos de felicidad, contigo o con los demás.
Así pues, concluyo que la felicidad es ante todo una actitud en la vida, una forma de ver el mundo e interpretarlo. Nada te hará feliz si no estás dispuesto serlo, ni el dinero, ni el amor, ni las cosas materiales. Ni la misma naturaleza con su inmensa belleza te dará la felicidad si no logras abrir tus ojos y tu corazón. Ser feliz es posible, pero no permanentemente, si no, no sería felicidad, sería rutina. 

5 comentarios:

  1. Pues sí, siempre tan amena escribiendo. Un saludo

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  2. te entiendo,pero eso ya lo sabes.
    te quiero,y eso tambien lo deberias saber.

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    1. A veces podemos entender las palabras pero no los sentimientos. Sentir es algo propio y cada uno lo hace con su propio cuerpo, con su propio corazón. Sé que me conoces bien como creo que yo a ti, pero siempre hay y habrá algo que se nos escapa, no somos del todo abiertos, no lo contamos todo porque tampoco es necesario. Sé que me quieres porque se te nota y además no pierdes ocasión para decírmelo. Yo no lo digo casi nunca, lo siento, no soy de te quieros abundantes, pero intento demostrartelo con actos cada día y eso, también deberías saberlo.

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  3. Sigue así.la mayoria de veces decir te quiero con la mirada es más sincero que hacerlo con palabras. La mirada no engaña, las palabras te pueden "llevar al huerto". Mucha fuerza Pilar.

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