
Los médicos aseguran que es saludable hacer ejercicio a lo largo de toda la vida, adaptándolo según nuestra edad y circunstancias personales. Está probado que en los niños ayuda contra la obesidad, les ayuda a socializarse, los mantiene ágiles y despiertos de mente. En los ancianos también está probada su eficacia. Las personas mayores que continúan activos y caminan todos los días, practican baile o hacen determinados ejercicios se encuentran mejor que aquellas que se abandonan en la mecedora.
Pero la imagen que con frecuencia nos devuelve el deporte de competición está muy alejada de la salud, el compañerismo, el reto personal, etc.
Cuando el deporte que practicamos es a nivel personal nos mantenemos fuera del plano competitivo y el reto es sólo ante nosotros mismos. Sin embargo, cuando ya pertenecemos a un club se nos pide que rindamos, que sudemos la camiseta por y para el equipo. Esto, que puede ser sin duda un incentivo, deja de serlo cuando se convierte en una obligación, en un mirarte mal si no puedes ir a entrenar, cuando se te exige más de lo que puedes o quieres dar. pertenecer a un equipo es un compromiso que debes asumir cuando te unes a él.
Qué bonito era cuando varios chavales se juntaban en el descampado del barrio y se dedicaban a intentar meter el balón entre dos latas oxidadas, y sobre todo, qué divertido.
Qué divertido también retarte con tus amigos a ver quién llega primero hasta allí, lo que no deja de ser una carrera hasta de obstáculos según el terreno.
Pero ahora las cosas son diferentes. Apuntamos a los niños a diversos deportes como actividad extraescolar y no estoy segura segura si los demás (es que yo sí tengo claro por qué lo hago) si es para tenerlos entretenidos o para que cuiden su salud. Les ponemos un chandal de marca, con zapatillas de marca para que se note el poderío familiar y hacemos comentarios en los vestuarios o en las gradas como "mi niño es mejor que aquel" "mira aquella lo gordita que está", y con muy mala leche.
He llegado a oír en competiciones de judo a una madre exasperada gritándole a su hijo "¡mátalo!". ¡Señora, por favor! O he visto niños que esperan a la salida al ganador/a para darle por haber ganado. ESTO NO ES DEPORTE.
Tampoco es deporte convertirse en un anuncio con patas, en un muñequito lleno de pegatinas -me ha venido la imagen de Alonso- de diversas marcas y por las que cobran una fortuna en nombre de que la vida como deportista es muy corta.
No son deporte la millonada que cobran las estrellas de los deportes más populares, como el fútbol, el baloncesto, el tenis, el golf... deportes que hacen famosos los medios. Me acuerdo cuando era muy emocionante seguir La vuelta a España de ciclismo. Ahora la ven muchos menos espectadores y sin embargo el deporte de moda es la Fórmula 1 por arte de las televisiones. No es deporte todo el dinero que mueve el deporte.
No es deporte que muchos deportistas de elite y no tan elite se dopen para rendir más en una búsqueda constante del éxito y del récord. Los casos de dopaje saltan a la luz cada día arrollando con ellos a personajes que se habían convertido en ídolos, en personas a imitar y seguir.
Y es muy triste que muchos padres pensemos que nuestros hijos están más a salvo de las drogas si hacen deporte que si no lo hacen y darnos cuenta que, a día de hoy, los deportistas adolescentes beben a saco los fines de semana y el consumo de cannabis es una práctica regular y hasta consentida, al menos en este país.
¿Dónde ha quedado pues la famosa frase de los romanos?
Por cierto, como se van a cargar el latín, junto a la filosofía, el griego y otras asignaturas que no sirven para reflexionar, comprender o racionalizar, les dejo este apunte sobre el origen de la frase:
Esta plegaria nos quiere transmitir que le demos importancia a lo que verdaderamente lo es y nos recomienda que en vez de rogar por cosas vanas y pasajeras que además podrían perjudicarnos, deberíamos hacerlo para implorar la salud integral de la mente y el cuerpo. Una mente sana y un cuerpo para observar una vida llena de virtud y de paz interior, sin importar los acontecimientos externos.