Yo
tenía quince años y eran sobre las cuatro de la tarde. Entraba un sol
primaveral por el ventanal de la clase de francés. Una muy joven profesora de
nombre Rosa estaba sentada encima de un pupitre. Ese día había traído un viejo
tocadiscos portátil y un par de discos. Este hombre, nos dijo señalando la foto
de portada de uno de ellos, en realidad no es francés, es egipcio de padres
griegos. Emigró cuando era muy joven a Francia y allí se ha consagrado como
cantante. Lo he traído porque aparte de tener unas canciones muy bonitas, tiene
una buena pronunciación y lo podréis entender bien.
Me
quedé mirando a aquel hombre que por entonces debía tener unos 40 años, de pelo
gris y alborotado. Me pareció un hombre tremendamente atractivo. Yo por
entonces tenía quince años y una mente soñadora. Lejos de parecerme un viejo me
engatusaron sus ojos, su mirada y luego, definitivamente, su voz.
La
profesora puso el disco y escuchamos canciones casi toda la hora. A nadie
parecía no gustarle. Me dejé llevar por el ritmo suave, la voz cálida y ese
francés remarcado y claro, tan entendible.
Me
compré el disco, “Le métèque”, y lo escuché una y mil veces, igual que otros más que adquirí.
Llenó toda mi adolescencia con sus versos y me imaginaba que algún día lo
conocería en París y acabaría cantando con él, haciéndole los coros de “Il est
trop tard” con un poncho como aquella muchacha que le acompañaba.
A
través de él conocí a Edith Piaf, en realidad debería haber sido al revés, pero
no importa. Supe que había sido su amante y que ella le había abierto las
puertas en el mundo de la canción.
¡Ah,
mi bello griego! Ya no podré esperar encontrarte en París, ni tampoco paseando
por el barrio gótico de Barcelona. Ya no podré decirte cuánto significaron tus
canciones, cuantas veces lloré escuchando algunas. Como después de mi
adolescencia acompañaste mi juventud sin despegarte y estuviste conmigo en mis
primeros amores, en mis triunfos y en mis fracasos, y aún más, a lo largo de mi
vida. Cómo no escuchar tu voz si estaba triste, cómo no hacerlo si quería un
poco de paz.
Mi
querido Georges, hoy te me has muerto y se me ha roto el alma.
Pilar, he de confesar que en mi vida (que ya tengo unos añitos) había oído hablar de Moustaki. Hasta hoy, en el que varios contactos han enlazado vídeos donde este señor con apariencia india (ahora ya se que es egipcio) cantaba en francés. Supongo que no lo conocía porque soy una analfabeta total de la música francesa, música que ahora me está llamando mucho la atención (será cosa del ir creciendo...). Pero te aseguro que leyéndote me has emocionado muchísimo....y eso que no sabia ni quién era....pero has sabido expresarte tan bien que se me ha puesto la piel de gallina.
ResponderEliminarMe encanta leerte, así que, aunque no siempre me manifieste, que sepas que aquí tienes una fan de tus palabras.
Besos!!
Gracias Eva, todo un honor leer tus palabras y contar contigo. Besos.
EliminarNo hubiera sabido expresarlo mejor... De hecho, no puedo expresar nada, sólo llorar.
ResponderEliminarGracias Àngels! Mis acompañamiento para ti también.
Eliminar¡Pilar, amiga mía! ¿Qué puedo decirte después de leer tan bellos recuerdos, tan entrañables vivencias? Me gustaría recordar el momento en que descubrí a Moustaki de una forma tan clara como tú. Yo también lo descubrí en clase de francés y también me engatusó su mirada, tan tierna y nostálgica a la vez, y después su voz, cálida, como dices, que penetra en el alma.
ResponderEliminarMe ha encantado leerte, como siempre. Tienes un don especial para escribir, para llegar a la persona que te lee y hacerle sentir lo que tú sientes. Eso sólo puedes hacerlo porque tú también eres especial.
Gracias por hacernos partícipes de tus recuerdos, que podrían haber sido los míos, tal cual, aunque yo nunca hubiera sabido expresarlos así.
Hoy, después de tantos años, yo soy la profesora de francés y el lunes muchos de mis alumnos de este curso escucharán por primera vez a Georges Moustaki. Si me permites, antes de hacerlo, compartiré tu homenaje: será el mejor preámbulo para que la generación del siglo XXI conozca todo lo que Moustaki significó para los adolescentes del siglo XX.
Un beso muy fuerte.
Pilar, escribes tan bien! Como sabes transmitir lo que sientes! Y yo al leerte he llegado a imaginarte en esa clase de frances, escuchando una de sus canciones mientras llorabas, y en definitiva con su música de banda sonora de tu vida, por un momento he estado ahí observandote mientras te leía....
ResponderEliminarMuchas gracias Merich, me alegro que te guste lo que escribo. Me he dado una vuelta por tu blog y también es muy interesante. Seguimos en contacto.
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