CAMBIO
RADICAL EN LA POLÍTICA SOCIAL DE EL VATICANO
La
noticia ha sorprendido al igual que ha preocupado
Sabidos
son los dos viajes que ha realizado recientemente su santidad tanto a
México como a Cuba. Lo que no podía sospecharse es, que tras éstos,
se aunciara por parte de El Vaticano un cambio radical en su política
social.
El
Papa ha hecho saber a través de sus portavoces, que la Iglesia ha
decidido cambiar su forma de actuar, que se viven en todo el mundo
tiempos difíciles y que es hora que la Iglesia actue como Jesús lo
hubiera hecho y dejó dicho.
Tras
la Semana Santa, el Vaticano empezará a invertir en los países
pobres y en aquellos que estén en vías de desarrollo, siempre y
cuando sus habitantes estén dispuestos a deponer las armas, acabando
con las guerras que durante años han masacrado sus países y sus
gentes. Las inversiones se harán en agricultura, ganadería,
industrias de transformación de materias primas y en energía
renovable. Por supuesto tales inversiones serán supervisadas por
personal cualificado de la Santa Sede. Con estas obras se dará
trabajo a miles de personas y se pretende acabar con la peor lacra de
la historia de la humanidad: el hambre.
Se
vigilará que ningún gobierno pueda hacer uso privado de estas
inversiones, pues no se les dará el dinero, sino que se encargarán
de ello personal propio, evitando así el desvío indeseado. Se pide,
además, que las tierras sean repartidas por poblados de manera que
cada uno sea capaz al menos, de autoabastecerse.
Más
difícil lo tienen en los países en vías de desarrollo puesto que
la corrupción de sus gobernantes y funcionarios es altísima y
tradicional.
Las
condiciones que el Papa impone son claras: Ningún miembro del
gobierno podrá enriquecerse ni salir de su cargo con más posesiones
o capital que con el que entró, debiendo hacer una declaración de
bienes antes y después.
Al
parecer el santo padre ha mantenido reuniones secretas con los jefes
narcos y sus palabras han obrados en ellos como un milagro, pues
están dispuestos a retirarse de sus negocios e invertir parte de las
ganancias obtenidas en la rehabilitación y en la creación de
centros de salud.
Lamentablemente
hemos de decir que estas inversiones y ayudas no llegarán a los
países no cristianos a no ser que éstos decidan abrazar la fe de
Cristo.
Los
que se han mostrado terriblemente preocupados han sido los países
superdesarrollados, pues estas inversiones suponen una amenza a medio
plazo para ellos en el sentido de que habrá menos países pobres y
dependientes y hasta competidores. Además, se les acaba el negocio
de las armas, lo cual puede dejar en la ruina a miles de fabricantes
lo que traerá consigo el paro y la desestabilización económica de
los poderosos. “Siempre nos quedarán los países árabes” se le
oyó decir a un ministro de exteriores de un renombrado país en una
reunión.
China
es el único país que ha aplaudido esta renovación vaticana. “Allí
donde haya negocio, estaremos nosotros para ayudar” dijo su
ministro de economía nada más saber la noticia.
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