Acabo
de terminar la lectura de Niños feroces, del autor Lorenzo
Silva, para mí gran autor del que guardo muy buen sabor de boca de
todas las publicaciones que de él he leido hasta ahora.
No
sabía que el libro tratara del tema de los españoles de la División
Azul y su papel tanto en Rusia, como después por su cuenta y riesgo
en las filas alemanas. Yo me había quedado con aquello de que un
maestro ayuda a un alumno a aprender a escribir, pasar de la página
15 a la hora de contar una historia. Me quedé con eso que es con lo
que me siento más identificada: relación profesor-alumno,
dificultad para alargar historias pero no de forma artificial, sino
por no saber desarrollar como se debe... Y me encuentro con esta
fascinante historia que para una chica de familia de exiliados y
pensamientos de izquierdas ha resultado más que dura.
Primero,
porque me sentía incapaz de empatizar con el personaje principal de
la novela de Lázaro, el alumno, después, porque a pesar de todo yo
intenté que mis prejuicios no me impidieran conocer, que no
comprender, hechos que se produjeron, cosas que sucedieron y que
todos nosotros deberíamos saber.
Me
atrapó, aunque no podía leerla todos los días como suelo hacer con
los libros que empiezo. Me la he dosificado.
Me
gusta el recorrido que hace, como nos muestra que los hechos
históricos están enlazados con el pasado, el presente y un futuro,
pero también qué forma tan diferente de producirse o qué falsa
apariencia la de las mal llamadas revoluciones actuales.
Si
les gusta la historia, se la recomiendo. Si les gusta Lorenzo Silva,
también. Si aún no lo han leído pero quieren conocerlo, yo les
sugeriría que escogieran primero otras obras de su ya larga
bibliografía (http://lorenzo-silva.com).
Les
puede gustar más o les puede gustar menos, pero nunca les dejará
indiferentes.
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