Destinada en un principio al público adolescente y juvenil, Los Juegos del hambre han llegado a manos del público adulto y con bastante éxito. Se ha traducido a varios idiomas, se han vendido miles de libros y lo que es mejor, se han leído.
Muchos caímos encandilados por la joven Katniss, luchadora hasta el final, amiga de sus amigos, protectora de su familia, la chica que tiene un efecto cautivador sobre los demás que ella no es capaz de captar, por eso mismo tiene tanto magnetismo.
Al éxito editorial le ha seguido el éxito en la gran pantalla, estrenada ya la primera parte, por cierto, bastante fiel a la novela, se esperan para el 2013 la segunda parte y para el siguiente año 2014, la tercera.
Los que no puedan esperar a las películas que lean la trilogía, se las recomiendo.
Se nota que la autora domina bien el terreno de la aventura, con una narración rápida, directa y que engancha. Son libros que te atrapan, que se dejan leer y que entretienen.
Los juegos del hambre no parten de una idea demasiado original, el mundo resurge después de las guerras que provocaron la destrucción y el caos. Está organizado en distritos bajo las órdenes de un sistema central, aquí llamado El Capitolio. Como todas las cosas suceden en Estados Unidos, no sabemos que sería de Europa, Asia o África, ni tan siquiera Oceanía o América central y del Sur. Estados Unidos es ahora Panem.
Para mantener a los distritos bajo el yugo del miedo, el Capitolio organiza cada año unos juegos, llamados Juegos del Hambre, donde una pareja de cada distrito es elegida para representarlos, pero únicamente puede quedar un vencedor entre todos ellos.
La acción está servida. Unos juegos llenos de tensión, de violencia, de supervivencia. Pero he aquí que entre tanto juego hay reflexión. La reflexión que lleva a cabo la protagonista y que es la que precisamente le salva la vida. No está sólo su habilidad para cazar, para sobrevivir en un medio hostil como es de por sí su distrito, sino reflexionar sobre cómo debe hacer las cosas, sobre cómo pueden reaccionar sus adversarios y sobre todo sobre el sentido de estos juegos.
Le hierve la sangre ante la injusticia y se rebela, pero de forma torpe y desordenada, pero siendo como es es como logra llamar la atención del público, ponerlos de su parte y hacer que empiecen a preguntarse por qué tienen que vivir así.
Para mí el mejor de la trilogía es el tercer libro, Sinsajo. Ya conocemos a los personajes, ya sabemos lo que son capaces de hacer y viene la resolución, el final.
No he de desvelarlo aquí, léanlo. Es una buena lectura. Cómprenselo a sus hijos. Por lo menos leerán algo que les gusta y que no está lleno de sexo ni de palabrotas. Vale la pena.
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