Perdona el tono tan familiar de dirigirme a ti como si fuéramos viejas conocidas. Se debe al hecho de que en su día decidieras compartir tu creación en forma de novela y que ahora me vincula a ti de alguna manera en relación escritora-lectora.
Acabo de terminar La mujer es una isla (Rigning i nóvember). Aunque se ha presentado como tu nueva novela tras el éxito de Rosa cándida sé que la escribiste con anterioridad, en el 2004, lo cual pone una distancia de ocho años, tiempo en el que una persona y más siendo escritora evoluciona, crece...
Me gustaría saber si la sigues encontrando cercana, si vista desde la distancia hubieras cambiado algo.
La novela llegó a mí a través de mi buena amiga, la cual me la regaló porque he de estar un tiempo convaleciente y sabe que me encanta leer. No tenía noticias de ti como autora ni del éxito de ninguna de tus novelas así que la empecé sin saber nada al respecto, ni de la autora ni de la novela, lo cual pienso que es una ventaja.
He de decir que al principio me costó adaptarme en el sentido en que la protagonista piensa, actúa y vive de un manera muy diferente a como lo podamos hacer aquí en España. La encontraba demasiado fría y distante. Me preguntaba cómo era capaz de mantener una relación paralela a su matrimonio si decía que amaba a su marido y además no parecía sentir amor por su amante. En los países mediterráneos somos más pasionales. Nos dominan los sentimientos, somos más efusivos.
El ser capaz de mirar a su marido desde la distancia, escuchando las palabras sin casi reaccionar mientras estudia sus gestos. Solucionar un situación de ruptura de una manera tan controlada, aceptando la situación e incluso preparar una cena que acabe en la cama sin que el hecho de que él vaya a tener un hijo con otra mujer sea visto como una tragedia.
En su viaje hacia el este por las carreteras heladas, vas describiendo también las formas de vivir en tu tierra, sus costumbres, sus comidas...
Picada por la curiosidad busqué información y me topé con un programa de la televisión estatal que se llama "Españoles en el mundo" y que contaba la historia de cinco españoles que habían acabado por diversos motivos viviendo en Islandia.
Hablaban de cómo les había conquistado aquella tierra, sus gentes, su lengua... Ellos, tan mediterráneos viviendo en la tierra del frío, con seis meses de oscuridad -y aquí tantas horas de luz y calor-.
El viaje de esta mujer tan singular, tan atípica para mí, el de su compañero de viaje, un niño que también me resulta extraño, no tanto por su discapacidad física sino sobre todo por su actitud, su fuerza, su manera de pensar. Para mí es un niño fuerte, inteligente, más, creo que desde el punto de vista intelectual superdotado, y sobre todo con una madurez digna de admirar pero que a la vez asusta en un niño de cuatro años.
He conocido a muchos niños de esa edad, he trabajado con ellos en la escuela, soy madre de dos hijas. Nunca he conocido a un niño que responda a ese patrón.
He vivido la novela, la he sentido y me han quedado ganas de más, así que compraré Rosa cándida y la leeré con interés.
También tuve curiosidad por el traductor de La mujer es un isla al español. Muy interesante su historia. Otro español fascinado por el hielo y ante todo por su lengua, el islandés.
¿Por qué se cambió el título de la novela para su versión española? Supongo que fue cuestión de marketing.
El título original describe perfectamente el relato, si bien es verdad que el de La mujer es una isla dice mucho más. Una isla, un trozo de tierra condenada a ser autosuficiencia y a la vez a ponerse en contacto con los otros, los del continente. Me parece un título estupendo para esta mujer sin nombre, o más bien para esta mujer que no necesita mostrar su nombre.
Enhorabuena y gracias.
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