-¡Uno!¿Qué está
pasando?¿Quién es ese hombre y qué quiere decir con todo esa palabrería?
-No lo sé majestad
–contestó Uno- sólo sé que esto es muy grave.
-No puedo comunicarme
con la reina ni tampoco con el príncipe. Bueno, en realidad con nadie más que
con usted.
-A mí me pasa lo mismo.
-Es imposible parar a un
país en su totalidad.
-Eso creía yo majestad.
Vamos a ponernos a pensar ahora mismo en las medidas que debemos tomar para
sofocar esta sublevación.
Uno colgó el teléfono y
miró a sus compañeros de partido. Todos asintieron con la cabeza. Era evidente
que se debían tomar medidas pero, ¿cómo sofocar aquel movimiento que no era
tal? ¿cómo era posible que no hubiera nadie en la calle?¿dónde estaba la
policía?¿dónde los militares? Era imposible conseguir esa unidad, siempre
habría personas que no estarían de acuerdo con esa postura, sus militantes, por
ejemplo.
Sin embargo las calles
seguían vacías, los comercios cerrados,
las comunicaciones cortadas y ellos allí sin saber qué hacer.
-¿Se le ocurre alguna
idea a alguien?-pregunto Uno.
-Me pregunto que estará
pasando en el extranjero-dijo uno de los que allí estaban.
-En este momento me
preocupa lo que está pasando aquí-respondió con rotundidad el presidente.
-No es una observación
absurda, quiero decir, el compañero se pregunta por la reacción que esto pueda
tener en el extranjero. Formamos parte de la Unión Europea, la cual no dejará
que pase algo así en nuestro país y somos una de las potencias mundiales.
Seguro que Estados Unidos también tiene mucho que decir al respecto-dijo M5.
-¿De verdad te piensas
que nos tienen en tanta estima?-preguntó M1 a M5.
-Nos consideren como nos
consideren hemos de reconocer que estratégicamente somos importantes así que no
creo que se estén de brazos cruzados- atajó Uno.
-Hala, ideas señores que
cuanto más tardemos más vulnerables somos.
-Quizá lo mejor es no
hacer nada-dijo M2.
-¡Nada!-gritaron varios
a coro.
-Sí, la idea de esos
locos es inviable, nosotros no estamos en disposición de poder remediar la
situación. Así pues, dejemos que la Unión nos rescate-concluyó M2.
-Pero eso es una
soberana tontería.
-Pues yo no lo encuentro
tan tonto.
-Ni yo.
-Ni yo.
-Y yo tampoco.
-Bueno ¡basta ya de
decir memeces! -dijo el presidente. Los problemas de un país los debe
solucionar ese país.
-No lo dirás por los
rescates económicos que hemos pedido, pues por uno más.
-Pandilla de idiotas,
¡cómo puedes comparar! Y de rescate nada. Aquí hay que coger al toro por los
cuernos. A ver, si ese hombre ha podido retransmitir nosotros también.
Prepararé un discurso. El pueblo me escuchará.
-Podríamos tirar del
rey-dijo M7.
-¿Estás de coña?-dijo
una voz- En este momento el rey tiene menos credibilidad que nosotros.
-Voy a retirarme al despacho para escribir mi discurso. Señores ministros, ustedes encárguense de
tratar de ponerse en contacto con gobiernos autónomos de nuestro color y con nuestros
eurodiputados en Bruselas; que otros vayan a los sindicatos mayoritarios,
incluso sería bueno ponerse en contacto con los demás partidos.- ordenó Uno.
Cuando Uno entró en su
despacho, se sentó en su sillón de cuero frente a su escritorio de maderas
finas. Todo sobre su mesa estaba perfectamente ordenado y los útiles de
escritura perfectamente alineados y listos para ser usados. En su vida todo
había sido un orden y este caos le soprepasaba pues no sabía realmente por
dónde empezar.
Abrió uno de los cajones
en busca de folios y entonces vio su móvil especial, el que funcionaba vía
satélite. Media sonrisa se dibujó en su cara. ¡Se van a cagar! dijo para sí.
Mientras en la sede de
los principales sindicatos se estaba llevando a cabo una reunión
urgentísima, la cual se había convocado de boca a boca ante la falta de
teléfonos.
-A ver, dijo SA- ¿A
quién se le ha ocurrido esta brillante idea?
-¿Crees que es cosa
nuestra?- contesto uno de los afiliados.
-Si no es cosa nuestra
tiene que ser del sindicato amigo, y si no de los minoritarios, pero no creo
que éstos tengan tanto poder de convocatoria.
-No creo que haya sido
ninguno de los nuestros, es algo demasiado grande- contestó otro sindicalista.
-Y ¿sabéis algo de los
otros?- preguntó SA.
Nadie contestó.
-Muy bien. ¿Alguien ha
intentado contactar con alguno de ellos?
-Mi vecino es del
sindicato amigo y estaba tan sorprendido como yo esta mañana.
-Esto huele muy mal-dijo
pensativo SA.
-¿No habrán sido los del
gobierno?
-¿Cómo van a organizar
algo así los del gobierno, no ves que es ir en contra suya?- contestó un
afiliado al otro.
-Tal vez para echarnos
la culpa -alegó otro más.
-¡Eso son tonterías!
-Pues alguien está
detrás de esta huelga o lo que sea-dijo SA- y tenemos que averiguar quién o se
nos va a ir de madre. Esto huele a revolución social -sentenció.
-El pueblo hace años que
no se mueve ni con agua hirviendo.
-Todo tiene un límite
compañero y creo que ese día ha llegado -le replicó SA.
-Esperad, están dando un
comunicado por radio, internet y televisión –comunicó uno de los asistentes.
-¡Rápido!, encended la
tele de la sala de conferencias- ordenó SA.
Todos los sindicalistas
se desplazaron hacia la gran sala donde uno de los compañeros ya había
encendido la televisión escuchando expectantes el comunicado que, finalmente,
les dejó estupefactos.
-¿BR1?- preguntó
tímidamente el presidente al otro lado del teléfono.
-¡Uno! ¿Qué está pasando
en España? Por aquí todo son suposiciones. Dicen que un fallo en las
comunicaciones os ha dejado aislados, pero se sabe que periodistas extranjeros
han comunicado a sus países que está pasando algo muy raro.
-¿Periodistas
extranjeros?¿cómo se han podido comunicar con el exterior?
-La mayoría de los
periodistas llevan teléfonos satélites.
-¡Dios! No había pensado
en eso.
-¿Qué está pasando Uno?
Me preguntan y debería poder dar una respuesta.
-Si te lo digo no me
creerás, parece que el pueblo se ha levantado exigiendo la dimisión de todos
los políticos de cualquier color, los sindicatos e incluso del rey –dijo Uno.
-Dices bien, no me lo
creo.
-¡BR1!¿Crees que estoy
bromeando? Yo te llamo para ver qué se está diciendo por Bruselas y calcular el
impacto de nuestra situación.
-No si al final vamos a
tener suerte. Por aquí se sabe del problema pero el único comentario ha sido
¡ellos tenían que ser! supongo que eso va en consonancia con la imagen que
damos como país- sentenció BR1.
-Esto es el final –se
lamentó Uno.
-Tienes que hacer algo y
tiene que ser ya Uno.
-Lo sé- dijo Uno
colgando el teléfono.
El presidente llegó a la
conclusión de que no tenía más remedio que hablar con Europa, pero antes de
hacerlo con la Comisión Europea, quiso hacerlo con la OTAN.
Marcó el número de
presidencia. Pidió a la secretaria que le pasaran urgentemente con el
presidente del organismo. Este se puso enseguida al aparato.
-¡Mr. Uno! Supongo que
esperaba su llamada.
-¿En serio?-pregunto Uno
pero al momento se arrepintió.
-Bien, ¿me va a dar
usted una explicación?- preguntó OT1.
-Le voy a contar lo
único que sé.
-Adelante.
-Esta mañana las
ciudades aparecieron desiertas, todos los comercios cerrados, ni un coche
circulaba por las calles, ni autobuses, ni taxis, tampoco el metro. Nadie
acudió a sus trabajos, o lo hicieron muy pocos encontrándose con las puertas
cerradas de empresas, oficinas e incluso edificios oficiales. No puedo hacerme
con el Alto Mando, el rey no sabe nada, los de los sindicatos no han dado
señales de vida y hemos recibido un comunicado de parte del “pueblo” diciendo
que piden la dimisión inmediata de todos los políticos, la constitución de una
Asamblea y “empezar de nuevo”-acabó Uno encontrando sus palabras tan patéticas
como tristes.
-Y usted quiere que me
crea todo eso, claro. Que me crea que un país entero se ha puesto de acuerdo
para paralizarse y echar al ejecutivo de su sitio. Que no se trata de un
alzamiento militar sino de una supuesta revolución social, ¿es así?- dijo en tono
burlesco OT1.
-Así es-concluyó Uno.
-Mr. Uno –dijo OT1 –aún
tratándose de ustedes y de su tendencia a las bromas tan famosa, quiero pensar
que me está tomando el pelo. No es posible que algo así pase en un país
europeo. ¡Qué digo! Tampoco creo que Estados Unidos lo permitiera en
Sudamérica. La situación que usted me describe es de total caos, en realidad es
como si la anarquía se hubiera apoderado de ustedes; no funcionan los medios de
comunicación, el ejército no da muestras de su existencia, no hay policía y el
gobierno no gobierna a nadie, ni siquiera su parlamento funcional. Señor Uno,
voy a finalizar esta conversación haciendo como que no se ha producido nunca.
Haga el favor de coger las riendas de su país y llámeme cuando lo tenga todo
controlado. Por cierto, ¿ha hablado usted con los empresarios?¿Con la banca?
Buenos días, Mr. Uno.
Uno se dejó caer hacia
atrás en su sillón. No, no había hablado con los pilares del país, el sector
económico. No se le había pasado por la cabeza. Las palabras de OT1 le habían
dolido, claramente le había llamado impotente, ineficaz, idiota, y sí, se
sentía todas esas cosas y más. Pero estaba desconcertado. Cuando hay huelgas,
intentos de golpe de estado, revueltas, etc, el gobiernos siempre cuenta con
las fuerzas de seguridad que son las encargadas de sofocar estas cosas. Cuando
el golpe de estado, los militares que no estaban de acuerdo y el propio rey
lograron dominar la situación. ¡Dios! Estamos en el s. XXI. A ningún presidente
europeo podía pasarle esto y menos a él. Se dispuso a llamar a uno de los
banqueros más influyentes, sabía cierto que contaba con un buen teléfono
satélite.
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