Cogió el mando y apuntó hacia la televisión gigante que había en la sala. Todos los presentes guardaron
silencio. Un hombre con un traje azul y al que no habían visto nunca ninguno de
los que allí había estaba hablando por todos los canales a la vez.
Uno de los diputados
encendió la radio de su móvil, la misma voz.
-“Este es un comunicado dirigido a todos los miembros del gobierno, tanto
de la nación como de las Comunidades Autónomas y Municipios, así como a los
sindicatos mayoritarios y a la Casa Real. “
Así que en los
municipios y Comunidades también ha ocurrido y ni siquiera lo saben los sindicatos, pensó el presidente.
-“Como habrán podido comprobar, nadie que no pertenezca a los órganos de
gobierno ha acudido a su puesto de trabajo. Ni militares, ni policías, ni
médicos, ni bomberos, por abreviar, ningún funcionario ni de
carrera ni interino, ni personal laboral, ni obreros, ni campesinos, ni
transportistas, ni vendedores… El país se ha paralizado. Tal vez por una vez se
pregunten qué ha podido suceder para que el pueblo en masa haya decidido
participar en este parón. Tal vez quieran creer que es un golpe de estado, que
es una huelga general, pero saben que no es así ya que en una huelga los sindicatos
son los primeros tras la pancarta, los policías en custodiarla y los militares
y guardias civiles a lo que se les mande.
No se trata pues de nada de eso. Permítanme que les explique cómo hemos
llegado hasta aquí.”
-¡Esto
es intolerable!-exclamó una voz en la sala a la que todos callaron de
inmediato.
-“Será mejor que se sienten, no pretendo hacer un discurso largo, pero si
explicativo y contundente y creo que ustedes no están en condiciones de no
querer escucharme.”
Tomaron asiento todos los que alcanzaron asiento mientras otros salieron de la sala en busca de sillas.
-“Yo no soy nadie, es decir, mi cara y mi voz son prestadas para lanzar
este comunicado entre un sorteo, así pues, no soy cabecilla de nada.
Quiero decirles que el pueblo ya no se siente representado por sus políticos ni
por sus sindicatos, que opina que este sistema en el que vivimos está caduco
siendo un claro ejemplo el punto muerto en el que se encuentra la justicia, una
economía hundida a causa de la mala gestión y un pueblo que padece las
consecuencias de todos los platos rotos. Nuestra intención –siguió diciendo la
voz- es exigir a todo dirigente que dimita, ya no creemos en que ninguno sea
capaz de arreglar nada ni de gobernar sin intereses particulares. Queremos que
se vayan todos los políticos, queremos limpiar todos los órganos de gobierno y volver a
empezar partiendo de una Asamblea Constituyente y que tras muchos años sea el
pueblo quién decida lo que debe hacerse.
-Pero
¿de qué está hablando ese loco?- expresó uno de los ministros.
-Lo que piden es
imposible, ¡no se puede partir de cero!- grito otro.
-“Supongo que en estos momentos se están revolviendo en sus asientos o lanzando algunos improperios; supongo que nos creen unos locos que queremos la anarquía, pero nada de eso está en nuestro pensamiento. Pensamos que es algo tan simple como cuando empiezas una redacción y cuando vas por la mitad te das cuentas de que no estás poniendo nada interesante, o que tiene faltas de ortografía, o que te has salido del tema…
Es algo tan simple como volver a empezar. Para ello será necesario
acordar una nueva Constitución, teniendo en cuenta los errores que se
cometieron con la anterior, un nuevo sistema legislativo y judicial y, como no,
un nuevo orden político. Ha llegado el momento.”
El hombre tras la pantalla hizo una pequeña pausa. Los presentes en la sala se miraban unos a otros incrédulos; alguno incluso lanzó una risita sarcástica y se oyeron varios “¡pringaos!”.
-“Queremos que sepan que los que han provocado la llegada hasta este punto son ustedes mismos. Se les confió nuestra representación pero han traicionado los principios por los que fueron votados en múltiples ocasiones, no únicamente los miembros del gobierno, sino también los de otros partidos, los sindicatos que se llamaban a sí mismos representantes de los trabajadores… Todos aquellos que fueron elegidos deben ahora asumir el coste de su ambición, de sus errores y sobre todo, de olvidar quiénes eran y en nombre quién están donde están. Así pues, todos deben dimitir porque desde este momento el pueblo prescinde de sus servicios.”
La señal se cortó tanto en la radio como en la televisión. Volvieron a dejar de funcionar los móviles. Sólo los teléfonos de la sala de reuniones. Uno de ellos volvió a sonar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario