Ya hacía días que me venía tu nombre a la cabeza. Hacía
mucho tiempo que no sabía de ti. La casualidad, o no, hizo que me encontrara
con dos amigas cercanas tuyas, una primero, la otra después.
Al preguntar por ti la que más confianza tiene
conmigo me dijo, está de bajón, dale tiempo. Uy, pensé yo, ¿por qué puede estar
de bajón una mujer joven, sin hijos, la familia bien, el trabajo bien…? ¡No!
Pero si ya estabais juntos cuando os conocí y de eso
hace, uff, ¡cuánto!
He de confesarte una cosa. He de decirte que cuando
os conocí paseando ese amor adolescente por el mundo, con ese brillo en los
ojos que sólo se tiene cuando se está enamorado, sentí un algo especial. Eso
que muchos expresarían como una bonita pareja. Dabas la impresión de estar
hechos el uno para el otro y de ser dos personas muy maduras.
No obstante y a pesar de todo, mi propia
experiencia me trasladaba a tiempo algo lejanos y me decía que algo que tan
pronto nace no puede durar.
Sin embargo, contra todo pronóstico, han pasado los
años y vuestra relación se convertía en algo más firme todavía.
Es por eso que cuando pensé en vuestra ruptura lo
siguiente que me vino a la cabeza fue la distancia.
Cuando una pareja tiene que separarse una buena
temporada eso le pasa factura, es inevitable. Creo que las mujeres que nos
quedamos lo llevamos mejor que los que se van. Seguimos haciendo las mismas
cosas pero tenemos más tiempo para las amigas, lo cual es fantástico. Le
dedicamos más rato a nuestras aficiones, sean las que sean, y nos sentamos cual
Penélopes en una silla junto al mar a que nuestro Ulises vuelva de nuevo.
Hacemos hasta el sacrificio de ir a verlos allá
dónde estén con tal de pasar unas horas, unos pocos días en su compañía, para
poder soportar otra vez la espera anhelando el final de la distancia.
Se intercambian los e-mails, las fotos, los “was”,
las llamadas…¡Ay!
Pero cuando vuelven están diferentes. No se adaptan
bien a esa vuelta. Una los nota como algo distantes, perdidos, incluso. Y no
sabemos bien por qué, las diferencias y las discusiones tontas se van abriendo
paso hasta que la situación es casi insostenible y te obligan a decir ¿quieres
que lo dejemos? SÍ.
¿Cómo? Esa no era la respuesta. La respuesta era
no, de ninguna manera. La respuesta era me siento así o asá y vamos a superarlo
juntos. Pero no sí.
Resulta que aquel muchacho algo tímido y que te
necesitaba para todo se ha convertido en un joven con ganas de explorar mundos
–sin ti- y te mira como si fueras su madre cuando le preguntas si le acompañas.
Aquel chico a veces aburrido, sin ganas de salir o
al que no le gustaba bailar, ahora mueve las caderas a ritmo caribeño y no para
en torreta.
¿Gilipollas?, claro que te sientes gilipollas, por
haber esperado, por no haber querido verlo venir, por creer que el amor era
indestructible…
Y eso no te pasa a ti con tu novio, o ex–novio,
sino al 90% de las mujeres cuyos maridos un día cogen la puerta y se van, y las
plantan a los cuarenta y muchos después de haberse sacrificado, criado,
empeñado, etc.
Si el “ahí te quedas” se acompaña de una rubia o
una morena con la que te dicen no van a comprometerse porque ellos a lo que se
van es a vivir la vida porque sólo se hace una vez, peor. El que más o el que
menos acaba siendo padre a los 50.
¡Ay!
Y me podrías preguntar qué cómo se pasa el dolor. Y
te podría contestar que no hay analgésico que lo quite, sólo el tiempo. Sí, sí,
suena a rancio, pero es lo único que todo lo cura.
El alma, aunque inmortal e inmaterial, no deja de
vivir en el cuerpo y se ve afectada por él. Así que hay heridas que sólo pueden
ser curadas por algo tan inexorable como el tiempo.
Seguro que ya estás haciendo lo que debes, o sea,
centrarte en tu trabajo, tus aficiones, tus amigas… aunque sea sin ganas. Así
que no tengo más consejos que darte.
Espero, amiga, que de verdad superes este trago. Y
augurarte que sin duda hay alguien especial esperando encontrarse contigo a la
vuelta de una esquina.
Porque, para gilipollas, el que se ha ido.
¡¡Hola Pilar! !Como dijo Gonzalo Fernández de Córdoba, el Grán Capitán, "a enemigo que huye, puente de plata". Adiós a quien no te quiere o.. no te quiere bien. Y desde ahí, todo camino adelante. ¡Mucho bueno por descubrir!
ResponderEliminarUn afectuso saludo,
Casilda
http://casildacasi.blogspot.com.es/
Pilar, estoy enganchada a tu blog. Y si, si no te quieren no hay mas que hablar. Todos deberíamos tener ese espacio nuestro por si ocurre algo así, no perfer la esencia de ti, sería mas facil rehacerse, pero que dificil debe ser!!!
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