martes, 1 de octubre de 2013

ADIÓS COMPAÑERA.


Hace días que espero este momento, el de escribir esta carta de despedida. Aunque ella ya se haya ido desde hace días, su cuerpo no lo hizo hasta hoy.
Mi querida Chantal, lo siento tanto. siento que te vayas así, de repente, sin sentido, como casi siempre que la muerte nos toca. No ha sido ley de vida, ha sido muerte asesina, traicionera.
Tu familia y tus amigos ya llevan llorando días, y yo, también lo he hecho.
Ya sé que no éramos amigas, que apenas compartimos un par de días detrás de una cámara, pero a veces las conexiones se dan sin más.
Cuando pasan estas cosas, la muerte de una persona en principio sana y joven y por lo tanto con muchas cosas por hacer, algo se revuelve en  nuestro interior. No es sólo dolor y rabia, incomprensión, sentimiento de injusticia, de sentir que te han robado lo que era tuyo por derecho, es mucho más. Y entonces se oyen comentarios de que hay que salir y vivir la vida, que son cuatro días y que ya ves, en un momento puedes dejarla en el camino.
Cuando la muerte no es anunciada, como pasaría en una enfermedad terminal, nada puedes hacer. Y cuando lo es, anunciada, es curioso como todo aquello que decimos de aprovechar se queda a un lado.  Existen las reacciones más variopintas, desde aquel que de verdad se lía la manta a la cabeza y sale corriendo a disfrutar hasta el que se queda encerrado reconcomiéndose en su desgracia y amargándose y amargando la vida de los que con él intentan pasar el tiempo que queda. No nos dura mucho el buen propósito de no enfadarnos por cosas estúpidas, no tener prisa, aprovechar los momentos…
Todos somos mortales.  El cuándo es el inquietante.  Cuando te queda tanto por hacer y por vivir, ¿quién es el verdugo que siega tus oportunidades?
Dejas un hueco grande Chantal en aquellos que te conocimos. Recodaremos tu bonita sonrisa, tus ojos curiosos, tu pelo al viento. Si la memoria de los nuestros es lo que nos mantiene vivos después de muertos, tú vivirás muchos años aún.

6 comentarios:

  1. Si me lo permites, yo también te envío un abrazo. Tu rabia, tu dolor, tu impotencia... y tu esperanza, las has expresado muy bien. Y las comparto, vivo con esos sentimientos.
    Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Gracias Esteban por tus comentarios. Nos seguimos.

    ResponderEliminar
  3. Si Pilar, yo no hay día que no me acuerde de ella. Y como dices el propósito de no enfadarnos por cosas tontas, de valorar lo que importa de verdad, nos dure mucho, y ese sea su legado.

    ResponderEliminar
  4. Isabel Allendé escribió...."La muerte no existe, la gente sólo muere cuando la olvidan; si puedes recordarme, siempre estaré contigo"
    Te envio un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar