Hace
días que espero este momento, el de escribir esta carta de despedida. Aunque
ella ya se haya ido desde hace días, su cuerpo no lo hizo hasta hoy.
Mi
querida Chantal, lo siento tanto. siento que te vayas así, de repente, sin
sentido, como casi siempre que la muerte nos toca. No ha sido ley de vida, ha
sido muerte asesina, traicionera.
Tu
familia y tus amigos ya llevan llorando días, y yo, también lo he hecho.
Ya
sé que no éramos amigas, que apenas compartimos un par de días detrás de una
cámara, pero a veces las conexiones se dan sin más.
Cuando
pasan estas cosas, la muerte de una persona en principio sana y joven y por lo
tanto con muchas cosas por hacer, algo se revuelve en nuestro interior. No es sólo dolor y rabia,
incomprensión, sentimiento de injusticia, de sentir que te han robado lo que
era tuyo por derecho, es mucho más. Y entonces se oyen comentarios de que hay
que salir y vivir la vida, que son cuatro días y que ya ves, en un momento
puedes dejarla en el camino.
Cuando
la muerte no es anunciada, como pasaría en una enfermedad terminal, nada puedes
hacer. Y cuando lo es, anunciada, es curioso como todo aquello que decimos de
aprovechar se queda a un lado. Existen
las reacciones más variopintas, desde aquel que de verdad se lía la manta a la cabeza
y sale corriendo a disfrutar hasta el que se queda encerrado reconcomiéndose en
su desgracia y amargándose y amargando la vida de los que con él intentan pasar
el tiempo que queda. No nos dura mucho el buen propósito de no enfadarnos por
cosas estúpidas, no tener prisa, aprovechar los momentos…
Todos
somos mortales. El cuándo es el
inquietante. Cuando te queda tanto por
hacer y por vivir, ¿quién es el verdugo que siega tus oportunidades?
Dejas
un hueco grande Chantal en aquellos que te conocimos. Recodaremos tu bonita
sonrisa, tus ojos curiosos, tu pelo al viento. Si la memoria de los nuestros es
lo que nos mantiene vivos después de muertos, tú vivirás muchos años aún.
Lo siento mucho, Pilar.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte :(
Si me lo permites, yo también te envío un abrazo. Tu rabia, tu dolor, tu impotencia... y tu esperanza, las has expresado muy bien. Y las comparto, vivo con esos sentimientos.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Muchas gracias por tu apoyo.
ResponderEliminarGracias Esteban por tus comentarios. Nos seguimos.
ResponderEliminarSi Pilar, yo no hay día que no me acuerde de ella. Y como dices el propósito de no enfadarnos por cosas tontas, de valorar lo que importa de verdad, nos dure mucho, y ese sea su legado.
ResponderEliminarIsabel Allendé escribió...."La muerte no existe, la gente sólo muere cuando la olvidan; si puedes recordarme, siempre estaré contigo"
ResponderEliminarTe envio un fuerte abrazo.