lunes, 19 de noviembre de 2012

MILIKI




Ha muerto Miliki y con él uno de los iconos más importantes de mi niñez. Sé que estos días se le harán muchos homenajes pero no por ello voy a dejar de hacerle yo el mío.
He de confesar que a mí no me gustan los payasos en general. Les cogí miedo un día que íbamos mi padre y yo por la calle de paseo y pasamos cerca de un circo. Nos acercamos con la intención de ver cómo ensayaban. Tendría yo unos tres años. Uno o dos payasos jóvenes vinieron a mi encuentro y no sé que imaginé pero me parecieron terroríficos, con aquella sonrisa enorme y sus trajes de rayas. Mi padre tuvo que cogerme en brazos y salir pitando.
Tampoco me gustan los circos que trabajan con animales. La mirada de los animales enjaulados en tan triste. Su vida se me antoja un pesar eterno, una esclavitud infinita. Si acaso aún tolero algo a los perros amaestrados o a los caballos. Pero no, prefiero un circo sin animales.
Quizá por ello, cuando empezaron los payasos de la tele y los vi apenas maquillados, sólo con sus grandes narices y sus inmensas camisetas rojas, que me enteré que era roja mucho después, no me dieron miedo. Eran graciosos, contaban chistes que entendía, cantaban canciones que nunca he olvidado y pasaban aventuras. Aquellos payasos llenaban la tarde de mis sábados y me hacían feliz.
Cuando murió Fofó, algo se rompió. Aquel payaso bajito con la voz ronca tan entrañable. Parecía que la canción de la niña que barría la cantaba para mí. Mi madre trabajaba y los niños cuyas madres trabajaban ya sabíamos lo que nos tocaba sin que nos lo mandaran, a barrer, a fregar... Pero su muerte me pilló aún pequeña y no fui demasiado consciente de su significado, aunque lloré su pérdida. Además el nuevo payaso, Milikito, aquel joven desgarbado con cara de chiste y con su trompetilla al más estilo hermano Marx andaba revoloteando por allí quitando penas.
Pero Miliki estuvo ahí mucho años, incluso cuando ya no salían por la tele, aún después de que muriera Gaby, el payaso sensato y renegón.
La última vez que lo vi actuar fue en Valencia con El Circo del Arte. Fui con mis hijas y con una amiga y sus hijos. ¡Qué ilusión! Lloramos y todo y las hijas nos miraban como diciendo por qué lloran en lugar de reír. Pero hacíamos las dos cosas. Nuestra infancia presente. Éramos un montón de niños de treinta y tantos con nuestros hijos y Miliki lo sabía. Fue cuando sacó el disco dedicado a toda esa generación.
Mis hijas también han cantado sus canciones y las de Rita Irasema, su hija. Pero ya no ha sido lo mismo.
Ahora el gran Miliki ha muerto, pero espero que vaya al cielo de los payasos y satisfecho de haber hecho a miles de niños felices.
Va por ti.

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