jueves, 13 de septiembre de 2012

EL DÍA QUE SE PARALIZÓ EL PAÍS. 5ª ENTREGA


-¡Uno!¿Qué está pasando?¿Quién es ese hombre y qué quiere decir con todo esa palabrería?
-No lo sé majestad –contestó Uno- sólo sé que esto es muy grave.
-No puedo comunicarme con la reina ni tampoco con el príncipe. Bueno, en realidad con nadie más que con usted.
-A mí me pasa lo mismo.
-Es imposible parar a un país en su totalidad.
-Eso creía yo majestad. Vamos a ponernos a pensar ahora mismo en las medidas que debemos tomar para sofocar esta sublevación.

Uno colgó el teléfono y miró a sus compañeros de partido. Todos asintieron con la cabeza. Era evidente que se debían tomar medidas pero, ¿cómo sofocar aquel movimiento que no era tal? ¿cómo era posible que no hubiera nadie en la calle?¿dónde estaba la policía?¿dónde los militares? Era imposible conseguir esa unidad, siempre habría personas que no estarían de acuerdo con esa postura, sus militantes, por ejemplo.
Sin embargo las calles seguían vacías, los comercios cerrados,  las comunicaciones cortadas y ellos allí sin saber qué hacer.
-¿Se le ocurre alguna idea a alguien?-pregunto Uno.
-Me pregunto que estará pasando en el extranjero-dijo uno de los que allí estaban.
-En este momento me preocupa lo que está pasando aquí-respondió con rotundidad el presidente.
-No es una observación absurda, quiero decir, el compañero se pregunta por la reacción que esto pueda tener en el extranjero. Formamos parte de la Unión Europea, la cual no dejará que pase algo así en nuestro país y somos una de las potencias mundiales. Seguro que Estados Unidos también tiene mucho que decir al respecto-dijo M5.
-¿De verdad te piensas que nos tienen en tanta estima?-preguntó M1 a M5.
-Nos consideren como nos consideren hemos de reconocer que estratégicamente somos importantes así que no creo que se estén de brazos cruzados- atajó Uno.
-Hala, ideas señores que cuanto más tardemos más vulnerables somos.
-Quizá lo mejor es no hacer nada-dijo M2.
-¡Nada!-gritaron varios a coro.
-Sí, la idea de esos locos es inviable, nosotros no estamos en disposición de poder remediar la situación. Así pues, dejemos que la Unión nos rescate-concluyó M2.
-Pero eso es una soberana tontería.
-Pues yo no lo encuentro tan tonto.
-Ni yo.
-Ni yo.
-Y yo tampoco.
-Bueno ¡basta ya de decir memeces! -dijo el presidente. Los problemas de un país los debe solucionar ese país.
-No lo dirás por los rescates económicos que hemos pedido, pues por uno más.
-Pandilla de idiotas, ¡cómo puedes comparar! Y de rescate nada. Aquí hay que coger al toro por los cuernos. A ver, si ese hombre ha podido retransmitir nosotros también. Prepararé un discurso. El pueblo me escuchará.
-Podríamos tirar del rey-dijo M7.
-¿Estás de coña?-dijo una voz- En este momento el rey tiene menos credibilidad que nosotros.
-Voy a retirarme al despacho para escribir mi discurso. Señores ministros, ustedes encárguense de tratar de ponerse en contacto con gobiernos autónomos de nuestro color y con nuestros eurodiputados en Bruselas; que otros vayan a los sindicatos mayoritarios, incluso sería bueno ponerse en contacto con los demás partidos.- ordenó Uno.

Cuando Uno entró en su despacho, se sentó en su sillón de cuero frente a su escritorio de maderas finas. Todo sobre su mesa estaba perfectamente ordenado y los útiles de escritura perfectamente alineados y listos para ser usados. En su vida todo había sido un orden y este caos le soprepasaba pues no sabía realmente por dónde empezar.
Abrió uno de los cajones en busca de folios y entonces vio su móvil especial, el que funcionaba vía satélite. Media sonrisa se dibujó en su cara. ¡Se van a cagar! dijo para sí.

Mientras en la sede de los principales sindicatos se estaba llevando a cabo una reunión urgentísima, la cual se había convocado de boca a boca ante la falta de teléfonos.
-A ver, dijo SA- ¿A quién se le ha ocurrido esta brillante idea?
-¿Crees que es cosa nuestra?- contesto uno de los afiliados.
-Si no es cosa nuestra tiene que ser del sindicato amigo, y si no de los minoritarios, pero no creo que éstos tengan tanto poder de convocatoria.
-No creo que haya sido ninguno de los nuestros, es algo demasiado grande- contestó otro sindicalista.
-Y ¿sabéis algo de los otros?- preguntó SA.
Nadie contestó.
-Muy bien. ¿Alguien ha intentado contactar con alguno de ellos?
-Mi vecino es del sindicato amigo y estaba tan sorprendido como yo esta mañana.
-Esto huele muy mal-dijo pensativo SA.
-¿No habrán sido los del gobierno?
-¿Cómo van a organizar algo así los del gobierno, no ves que es ir en contra suya?- contestó un afiliado al otro.
-Tal vez para echarnos la culpa -alegó otro más.
-¡Eso son tonterías!
-Pues alguien está detrás de esta huelga o lo que sea-dijo SA- y tenemos que averiguar quién o se nos va a ir de madre. Esto huele a revolución social -sentenció.
-El pueblo hace años que no se mueve ni con agua hirviendo.
-Todo tiene un límite compañero y creo que ese día ha llegado -le replicó SA.
-Esperad, están dando un comunicado por radio, internet y televisión –comunicó uno de los asistentes.
-¡Rápido!, encended la tele de la sala de conferencias- ordenó SA.
Todos los sindicalistas se desplazaron hacia la gran sala donde uno de los compañeros ya había encendido la televisión escuchando expectantes el comunicado que, finalmente, les dejó estupefactos.

-¿BR1?- preguntó tímidamente el presidente al otro lado del teléfono.
-¡Uno! ¿Qué está pasando en España? Por aquí todo son suposiciones. Dicen que un fallo en las comunicaciones os ha dejado aislados, pero se sabe que periodistas extranjeros han comunicado a sus países que está pasando algo muy raro.
-¿Periodistas extranjeros?¿cómo se han podido comunicar con el exterior?
-La mayoría de los periodistas llevan teléfonos satélites.
-¡Dios! No había pensado en eso.
-¿Qué está pasando Uno? Me preguntan y debería poder dar una respuesta.
-Si te lo digo no me creerás, parece que el pueblo se ha levantado exigiendo la dimisión de todos los políticos de cualquier color, los sindicatos e incluso del rey –dijo Uno.
-Dices bien, no me lo creo.
-¡BR1!¿Crees que estoy bromeando? Yo te llamo para ver qué se está diciendo por Bruselas y calcular el impacto de nuestra situación.
-No si al final vamos a tener suerte. Por aquí se sabe del problema pero el único comentario ha sido ¡ellos tenían que ser! supongo que eso va en consonancia con la imagen que damos como país- sentenció BR1.
-Esto es el final –se lamentó Uno.
-Tienes que hacer algo y tiene que ser ya Uno.
-Lo sé- dijo Uno colgando el teléfono.

El presidente llegó a la conclusión de que no tenía más remedio que hablar con Europa, pero antes de hacerlo con la Comisión Europea, quiso hacerlo con la OTAN.
Marcó el número de presidencia. Pidió a la secretaria que le pasaran urgentemente con el presidente del organismo. Este se puso enseguida al aparato.
-¡Mr. Uno! Supongo que esperaba su llamada.
-¿En serio?-pregunto Uno pero al momento se arrepintió.
-Bien, ¿me va a dar usted una explicación?- preguntó OT1.
-Le voy a contar lo único que sé.
-Adelante.
-Esta mañana las ciudades aparecieron desiertas, todos los comercios cerrados, ni un coche circulaba por las calles, ni autobuses, ni taxis, tampoco el metro. Nadie acudió a sus trabajos, o lo hicieron muy pocos encontrándose con las puertas cerradas de empresas, oficinas e incluso edificios oficiales. No puedo hacerme con el Alto Mando, el rey no sabe nada, los de los sindicatos no han dado señales de vida y hemos recibido un comunicado de parte del “pueblo” diciendo que piden la dimisión inmediata de todos los políticos, la constitución de una Asamblea y “empezar de nuevo”-acabó Uno encontrando sus palabras tan patéticas como tristes.
-Y usted quiere que me crea todo eso, claro. Que me crea que un país entero se ha puesto de acuerdo para paralizarse y echar al ejecutivo de su sitio. Que no se trata de un alzamiento militar sino de una supuesta revolución social, ¿es así?- dijo en tono burlesco OT1.
-Así es-concluyó Uno.
-Mr. Uno –dijo OT1 –aún tratándose de ustedes y de su tendencia a las bromas tan famosa, quiero pensar que me está tomando el pelo. No es posible que algo así pase en un país europeo. ¡Qué digo! Tampoco creo que Estados Unidos lo permitiera en Sudamérica. La situación que usted me describe es de total caos, en realidad es como si la anarquía se hubiera apoderado de ustedes; no funcionan los medios de comunicación, el ejército no da muestras de su existencia, no hay policía y el gobierno no gobierna a nadie, ni siquiera su parlamento funcional. Señor Uno, voy a finalizar esta conversación haciendo como que no se ha producido nunca. Haga el favor de coger las riendas de su país y llámeme cuando lo tenga todo controlado. Por cierto, ¿ha hablado usted con los empresarios?¿Con la banca? Buenos días, Mr. Uno.

Uno se dejó caer hacia atrás en su sillón. No, no había hablado con los pilares del país, el sector económico. No se le había pasado por la cabeza. Las palabras de OT1 le habían dolido, claramente le había llamado impotente, ineficaz, idiota, y sí, se sentía todas esas cosas y más. Pero estaba desconcertado. Cuando hay huelgas, intentos de golpe de estado, revueltas, etc, el gobiernos siempre cuenta con las fuerzas de seguridad que son las encargadas de sofocar estas cosas. Cuando el golpe de estado, los militares que no estaban de acuerdo y el propio rey lograron dominar la situación. ¡Dios! Estamos en el s. XXI. A ningún presidente europeo podía pasarle esto y menos a él. Se dispuso a llamar a uno de los banqueros más influyentes, sabía cierto que contaba con un buen teléfono satélite.

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